jueves, 24 de noviembre de 2011

La vida

Porque por cada vivo hay un muerto en potencia, porque por cada asesino hay una madre llorando, porque por cada lágrima hay un corazón que se estruja, porque por cada grito hay alguien que se tapa los oídos, porque por cada promesa hay un fraude, porque por cada rezo hay un arrepentido, porque por cada beso hay un llanto, porque por cada ilusión hay una decepción, porque por cada intento de vivir hay una lucha por sobrevivir, porque por cada ser feliz hay un ser infeliz, porque por cada propuesta hay un no, porque por cada oportunidad hay un jamás, porque por cada agradecimiento por alimentos hay un muerto de hambre, porque por cada creyente hay un rechazado, porque por cada absuelto hay un pecador, porque por cada enamorado hay un sufrido, porque por cada niño con juguete nuevo hay uno sin padres, porque por cada día vivido hay uno menos de vida: ¡mierda y mil veces mierda!

***

La vida no es como uno quisiera que fuera. Pero ese hecho, justamente, es lo que la convierte en vida. Es así. Sin más.

La noche del martes una amiga se quejaba de su sufrimiento, de su mala suerte, de su infelicidad, de su cansancio. Pero, ¿es que no se trata la vida de todo eso? ¿No es eso lo que la hace SER vida?

Pues no lo sé. Pero como entre saber y creer hay una buena diferencia, creo que sí. La vida se trata de todo eso que no nos gusta. Porque cuando todo marcha bien, la vida pasa desapercibida.

Nadie se queja de ser feliz, suertudo y valiente. Pero, de ser lo contrario, las quejas y lamentos no dan a basto. ¿Por qué, si somos felices, suertudos y valientes no nos quejamos porque los otros no lo son? ¿Es egoísmo? No. Es la vida.

Me pregunto si la muerte, en cambio, nos permitirá ser más "vivos", más "gente"; más espíritu y menos carne.

Los días pasan, la vida sigue y la muerte se acerca. Pero empiezo a creer que la muerte podría ser, después de todo, la verdadera vida.


Ese punto donde nadie es más ni menos, donde nadie es alto o bajo, gordo o flaco, rico o pobre, feliz o infeliz, creyente o no, asesino o víctima, hijo o huérfano... Ese punto donde todo es vida y ya no hay muerte. Ese punto donde vivir ya no es una preocupación, un pesar, una carga. Ese punto donde nadie teme "vivir"... ni morir.

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