viernes, 15 de mayo de 2009

Conversatorio I

Eran las 3:45 de la madrugada. Llovía, pero el calor era cada vez más insoportable. Decidí sentarme frente a la computadora y verificar si alguien, además de mí, estaba con los mismos calores y decidió sentarse, como yo, frente a la máquina en busca de historias interesantes. Pues bien, la encontré. A la persona y la historia, digamos, "interesante".

Habíamos estudiado en el mismo lugar y vivido en el mismo país desde nuestro nacimiento (nada como el último dato mencionado para generar un lazo estrecho entre dos personas). Hacía mucho que no sabía de ella. De hecho, ni siquiera la había pensado desde la última vez que la vi. En fin. Como bien dicen: "el que mucho abarca, poco aprieta". Esa noche, ella abarcaba mucho. Siempre había tenido historias que nadie más podría llegar a tener. Sin duda, era una mezcla entre lo increíble y lo absurdo. Pero esa mezcla funcionaba muy bien.

"Huele a... una mezcla de arrayán y guayaba", me dijo. Se refería a su nuevo amigo. A uno de esos que sólo se llaman amigos entre sí, mientras calientan las sábanas, si es que les queda tiempo de hablar y calentar las sábanas al mismo tiempo.

- Lo conocí y me gustó, dijo. Digamos que no era el tipo de hombre con el que esperaba estar algún día. No por su físico, que agrada mucho a mi gusto, por cierto; sino, más bien, por su maldita galantería.

Y es que él era todo un galán, según me dijo. De esos tipos con los que una "buena mujer" no debe mezclarse. De esos que buscan tratar a las mujeres como verdaderas joyas, pero son avaros: una sola no les basta nunca y muchas no son suficientes. Tenía una mirada penetrante, una sonrisa retorcida, que le iba muy bien, y unas palabras que no en cualquiera sonaban con tal atracción. Era insoportablemente irresistible.

- Siempre quise estar con alguien como él. Es todo un Don Juan, sin el "Don". Pero, sin duda, con un don. Nadie como él. Ninguno de todos con los que he estado, que igual no son muchos, pero sí significativos por su diversidad. Es una mezcla de personalidades. Te hace sentir como única y que vos lo sintás como único. Claro, todo termina al momento de poner un pie fuera de la cama, dijo como si eso realmente no le importara en absoluto.

Mi amiga siempre había sido de carácter fuerte y de pensamiento decidido. Si un día hacía algo, lo hacía con toda seguridad. Si se equivocaba, lo aceptaba con la misma seguridad con la que había cometido el error. Era una mujer de acciones libres. Pero algo en ella me daba la impresión de que, esta vez, tenía dentro de sí algo parecido a un "freno poderoso". ¿Será el sentido común?

En fin. Siguió relatando y describiendo cada detalle de su "Juan", haciendo énfasis en que no era, ni se acercaba, a un "Don". Era todo lo que una mujer aventurera deseaba. Era todo y nada al mismo tiempo...

-- Esta historia me hace pensar en muchas cosas. Quizá es la falta de una historia propia. ¡El descanso llama! Aunque, haciendo honor a la sinceridad, el pensamiento nunca descansa... ¡¡Malditos pensamientos!! --