viernes, 25 de junio de 2010

Tres puntos suspensivos

Esa mañana, algo le decía a Sol que ella era una del montón. Una más. O quizás ni eso.

El reloj en la pantalla del celular marcaba la 1:35 de la madrugada. Lo notó, porque tuvo que verlo para leer el mensaje que había esperado hacía más de cinco horas. "Imposible mañana. Tengo... Problemas".

Esos tres puntos suspensivos la tenía como loca. Desde que leyó el mensaje, no había parado de pensar en ellos y, durante la mañana siguiente, fue imposible sacarlos de su mente. Había sólo dos posibilidades: o el remitente se había dado cuenta en ese instante (...) de que tenía problemas; o el mensaje era la base de una de esas plantillas prediseñadas que traen algunos aparatos móviles.

Pensaba en cada una de las posibilidades. Al mometno de leer el mensaje, lo primero que sintió fue molestia. Ya sabía que recibiría esa notificación, pero los puntos suspensivos hacían un gran peso en ella.

Imaginó el rostro del remitentne al momento de darse cuenta de que tenía problemas y plasmarlo en ese mensaje. Justo así, sin más. Simplemente se dio cuenta y lo puso. Pero la imagen del remitente seleccionando una plantilla prediseñada para sólo agregar una "actividad" a lo que seguía de los puntos suspensivos era mucho más clara. Lo pensó. Lo pensó e imaginó por más de 10 horas.

Luego de esa decena de horas, lo tenía muy claro. "Soy una plantilla prediseñada", se dijo, sin dudar del significado de sus palabras. Y es que Sol se había convertido en eso. En un mensaje que siempre está allí para el remitente, para ser usado cuando él lo quiera. Ese hecho, por supuesto, no le gustó. No le gustó nada.

No sabía si haberse dado cuenta de eso le hacía bien o no. Porque de no ser nada, algunos prefieren ser una plantilla. El punto importante era si ella quería o no serlo. Porque, a veces, ser plantilla prediseñada no es suficiente. No se es mensaje, ni se es único. Se es sólo una plantilla... ¡PREDISEÑADA!

miércoles, 23 de junio de 2010

Tres

El jadeo de placer que emitían los dos cuerpos sudorosos a su lado, no le impidieron a María pensar en el mañana. Es que ella lo sabía. Al momento de poner sus pies sobre el piso, todo habría acabado. Sabía que, luego de esa noche, luego de esos gemidos de placer, lo que viniera sería poco más que desastroso. A lo mejor había exagerado, pero algo le decía que pronto debía tomar una decisión dura, fría y, seguramente, mala. Porque son pocas las decisiones que no le hacen a uno arrepentirse en el momento mismo de haberlas tomado...

Pero eso sería mañana. Esa noche, María también se sumergió en el placer. Y no podía comprender cómo era posible tanto delirio en una sola cama. Pero le gustó. Sentía que...

- ¿En serio le gustó?, preguntó el sentido común.
- No lo sé, dijo aquel que adora interrumpir.

miércoles, 9 de junio de 2010

Resumiendo

En resumen: ¡la gente se cansa! La gente se cansa de estar a la espera donde ya no hay nada por esperar. La gente se cansa de tener esperanzas, sueños e ilusiones, porque a veces eso es una pérdida de tiempo. La gente se cansa de escuchar mentiras, porque las cree aún sabiendo que lo son. La gente se cansa de cumplir las reglas que alguien más impuso. La gente se cansa de sufrir, de llorar, de querer, de desear, de sonreír, de pensar. La gente se cansa de esperar por un abrazo, por un beso. La gente se cansa de saber y no actuar; porque la debilidad, a fin de cuentas, no es tan débil. La gente se cansa. Se cansa de estar cansada...

miércoles, 2 de junio de 2010

No más

Y, entonces, ella dijo algo que él no logró escuchar. Sus labios, de hecho, parecían haber lanzado dos besos en lugar de palabras. Eso lo mantuvo tranquilo durante su viaje de regreso al cielo. Era así, desde hacía unos pocos días, cuando las cosas cambiaron. 

El quinto día, él siempre regresaba del cielo al infierno (antes era lo contrario: regresaba del infierno de las ganas de volver, al cielo de su presencia. La presencia de ella). El quinto día, las ganas le invadían. El sexto, las saciaba. El séptimo empezaba a extrañarlas, y el octavo (porque en esta historia no hay 'primeros') las ganas reaparecían. 

Ahora, un día sin nombre ni número, podría ser 'EL DÍA'. El de él. Ese día para tomar decisiones (o fingir que las toma, en vista de que ella ya lo hizo por él). Pero este día, 'EL DÍA', podría ser el 'NO DÍA' para ella. Porque, igual, los días son de unos, mientras no sean de otros. Del mismo modo, ella ya no era de él, ni él de ella. Algunos días, sin embargo, pueden llegar a ser de todos. Aunque el quinto día, sin duda, ya no será el mismo para él.

Y ella lo va a extrañar.