Había llegado tarde a una historia que ya me llevaba 12 abrazos y varios besos de distancia. Sin embargo, todo era fácil. Fácil de entender. Es algo así (que no lo es, pero se parece):
***
La Querida:
" Tengo adicción a la Coca Cola. Un día, voy a comprar una caja llena de ellas. Por ahora no tengo el dinero, tampoco tengo trabajo, ni un lugar a dónde guardarlas y no hay una empresa de The Coca Cola Company en mi país. Mucha Coca Cola me hace daño. Yo la quiero a ella, pero ella no me quiere a mí. Me hace mal. Igual, me compraré una caja.
- - -
Ayer, alguien me trajo desde muy lejos una lata de mi bebida dañina favorita. Y yo, claro, no la acepté. Yo quiero mi caja".
***
Entonces:
Estimada Querida: cuando uno tiene un antojo listo para ser saciado, uno lo toma y lo disfruta. Si no, llega otro con más antojo y más inteligencia. Luego tendrás que esperar a que la Coca Cola se instale en el país. Para hacerte daño, claro.
Yo sí sé lo que quiero. En fin... ¡Una Coca Cola, por favor!
sábado, 10 de abril de 2010
sábado, 3 de abril de 2010
Al Sr. Brown:
Como bien sabés mejor que yo, el día esperado (y confundido en el pasado con otros días) llegó: el Y encontró a su X.
La alegría me invade.
¡Enhorabuena!
La alegría me invade.
¡Enhorabuena!
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